lunes, 26 de abril de 2010

Demagogia versus Democracia


“Ponte una corona, haz una libación a la estupidez y ataca a tu rival denodadamente" [Demóstenes]

Constata Aristóteles en su “Política” la existencia de múltiples regímenes políticos, la admisión general de los principios de igualdad y justicia, y las diferentes concepciones sobre como se han de llevar a la práctica esos principios; a partir de ahí examina los diferentes regímenes en relación a su estabilidad y respeto a los principios de igualdad y justicia, cuales son la causa de las sublevaciones, sea contra el régimen o contra quienes lo administran, y la forma de salvarlos.

Pues bien, entre las causas de las revueltas, cita el engreimiento y el afán de lucro y de dominio, y también el miedo, pues “por miedo se rebelan quienes han cometido daño, teniendo que pagar su pena, y los que van a sufrirlo, queriendo salirle al paso antes de recibirlo, igual que en Rodas se coaligaron los más notables contra el pueblo, por los juicios que se iban a llevar contra ellos.”, actuando los agitadores políticos “…unas veces con la violencia y otras veces con el engaño: con la violencia, forzando el cambio inmediatamente, desde el principio o más tarde; y en cuanto al engaño, también es doble. Pues a veces, embaucando a los ciudadanos, primero les hacen cambiar el régimen de buen grado y luego les someten por la fuerza en contra de su voluntad...”. Y advierte del peligro que para la estabilidad de una democracia supone “…la falta de escrúpulos de los demagogos…Pues unas veces, por agradar al pueblo, perjudicando a los principales favorecen su unión, repartiendo sus fortunas o sus ingresos mediante los impuestos, y otras levantando calumnias para poder confiscar las propiedades de los ricos…aspirando a la tiranía … contando con el respaldo del pueblo, y ese respaldo era su odio contra los ricos.”, señalando que ”…los aspirantes con su demagogia llegan hasta el extremo de decir que el pueblo es señor incluso de las leyes.”, lo que se refiere tanto a su elaboración como a su aplicación.

Es una enseñanza sencilla, plenamente actual, que conviene no olvidar porque están en juego la democracia y la libertad. Y es que nuestra sociedad es más poblada y compleja que la de Aristóteles, pero la actuación, métodos y motivaciones de agitadores y demagogos siguen siendo sustancialmente iguales, y no es difícil reconocer la soberbia, o el afán de dominio o lucro, o el miedo incluso, detrás de quienes “en la idea de que son desiguales tratan de destacar más, pues el “más” supone desigualdad” y, amparándose en “razones” territoriales, lingüísticas o históricas, e incluso de “legitimidad” política y/o ideológica, agitan a las masas – incluso desde parcelas del poder - justificando la insumisión frente a leyes, o frente a los tribunales que han de aplicarlas.

Dice también Aristóteles que “…si tenemos aquello por lo que se corrompen los sistemas políticos, tenemos aquellos también por lo que se salvan…”, que son los principios contrarios, y por ello afirma que ante todo “…hay que vigilar que no se infrinjan las leyes y sobre todo cuidar lo de escasa importancia, pues la ilegalidad se introduce subrepticiamente...”

No importa que hayan pasado 24 siglos. Hoy como entonces es necesaria una “razonable sensibilidad a la verdad” [al menos, como decía Habermas] para la elaboración de las leyes, que procure la justicia y que evite su utilización como instrumento de poder para imponer las propias concepciones (una manifestación muy actual es el constructivismo jurídico-sociológico) o intereses; y sobre todo hay que evitar que nadie pueda erigirse en “señor de las leyes”, garantizando su aplicación por tribunales independientes, a todos sin excepción, como garantía de supervivencia de una auténtica democracia.

5 comentarios:

Leandro dijo...

En el asunto Garzón, Nacho, creo que volverá a pillarnos el toro. Sin remedio. O los herederos del fascismo habrán aplastado sin escrúpulos a quien intentó un juicio históricamente necesario, o nuestro más alto tribunal habrá cedido a la presión y al chantaje de quienes no aceptan que la ley sea igual para todos. Sea cual sea la resolución, no atisbo otras valoraciones en el horizonte. Y mientras tanto, una gran parte de la ciudadanía se encontrará, o desconcertada, u ocupada en el cuarto de baño. Vomitando, claro

Manolo dijo...

¿Qué pinta ahí Cándido Méndez?. ¿No debería estar luchando por dar soluciones a los 4.600.000 de parados?. ¡Igual pretende ofrecerles un trabajo de desenterrador a todos ellos!.

En mi empresa, los miembros del sindicato UGT, viven de maravilla, ya que somos el resto de trabajadores, los que trabajamos de verdad. Mientras que aquellos que dicen luchar por los trabajadores, están "liberados" y es fácil verlos almorzando opíparamente en los mejores mesones, otros, los representados, apenas tenemos tiempo para tomar un café y tenemos que tragarnos el cuento chino de que están luchando por nuestros intereses.

Por favor, si alguien conoce un sindicato serio, que de verdad represente al trabajador predicando con el ejemplo, es decir, trabajando, que me lo diga.

Desde el foro dijo...

Leandro,

Sin entrar siquiera a valorar la justicia o no de la causa instruida por el juez Garzón, lo que me parece demagógico es que se pretenda la impunidad, en el sentido de que ni tan siquiera se pueda instruir la comisión de un presunto delito, por la naturaleza o la índole de esa causa. La cuestión, lo que se dilucida en la instrucción abierta en el TS, es si hay o no indicios de prevaricación por haber actuado a sabiendas de su incompetencia, y por tanto infringiendo la ley a sabiendas, lo que en el caso de un juez es especialmente grave; y eso está al margen de la mayor o menor justicia de la causa que instruía el Sr. Garzón.

En cuanto al fondo de la cuestión, soy un poco escéptico respecto a las bondades de una causa contra el franquismo, y me explico.

El problema de las herencias mal liquidadas es que a veces, cuando ha pasado el tiempo, se vuelven insolubles. Recuerdo una herencia de una pequeña parte pro-indiviso de un edificio en la calle mayor de Cartagena. Tuvimos que empezar a tirar para atrás y acabamos remontándonos hasta finales de 1800. La escrituras, te puedes imaginar, eran un flipe. La tramitación se alargaba, hubo nuevos fallecimientos, hasta que finalmente los clientes terminaron desistiendo ante los problemas que planteaba el Registro de la Propiedad, insolubles sin cierta flexibilidad.

Desde otro ángulo, también jurídico (¡qué le vamos a hacer!) la causa de la causa es la causa del mal causado, dice un aforismo, y eso es lo que tuvo que pensar el otro día un diputado, el Sr. Joan Herrera, que solicitó que dentro del marco de la memoria histórica y de la eliminación de símbolos del franquismo se retirara una estatua de Alfonso XIII. Tal vez su razonamiento fue ese: ese Rey fue antecedente inmediato de la II República y por tanto antecedente del franquismo, porque en la oposición al Frente Popular estaban también los monárquicos, o tal vez vinculó las dictaduras de Primo de Ribera y de Franco….¡qué se yo! El problema de una nación tan antigua como la nuestra es que eso nos puede llevar al individuo que se le ocurrió crear la región Tarraconense, bien sea como héroe del imaginario catalanista, o todo lo contrario. En el juego de acción-reacción hallar la causa primera es muy complicado, y ahí están Gil Robles, Azaña o Ansó – secretario de Negrín – para atestiguarlo, y no creo que con el hecho de haber ganado la guerra Franco quedara resuelto el problema de la justicia para quienes sufrieron las iniquidades del bando republicano, y basta comprobar que gran parte de las ayudas para recuperar cuerpos son solicitadas por víctimas del Frente Popular.

No se en qué puede consistir exactamente un juicio contra el franquismo; si es puramente ideológico habría que hacerlo también contra los sucesores de partidos históricos que se vincularon al stalinismo en la II República y fueron causa de la causa del mal causado; si es a personas concretas, quedan algunos personajes vivos implicados en matanzas por el bando republicano.

Ni una ni otra cosa me parece buena idea. A veces es necesario sajar para limpiar y desinfectar una herida, pero no se puede estar hurgando continuamente en ellas, porque termina por no cerrar nunca.

Es una cuestión de prudencia política, una virtud que parece últimamente abandonada.

Desde el foro dijo...

He conocido y conozco a gente de UGT, y hay de todo, buena gente y otros que no lo son tanto.
Supongo que si hay liberados las empresas tendrán que asumir la baja, y dotar los medios necesarios para cubrirlas. Otra cosa es si eso se considera o no justo. Es bueno que exista el sindicalismo, y es necesario, lo malo es su uso como correa de transmisión de un partido, y eso es lo que es difícil de tragar, pero forma parte del juego y es normal que exista esa afinidad política.

En el caso de sus ataques al TS en apoyo a la impunidad judicial del juez Garzón, no se por qué, pero me ha recordado la escena esa del embajador inglés asediado por manifestantes españoles en los comienzos de la dictadura franquista - cuando el bloqueo - que, cuando se le preguntó desde de gobierno si necesitaban algo, contestó con la típica flema inglesa que muy agradecido, pero que bastaría con que dejara de enviar manifestantes.

Manolo dijo...

No discuto que sean necesarios los sindicatos, pero no unos sindicatos politizados. Hoy veía en la televisión las manifestaciones de los que dicen defender a los trabajadores de España, pero no habían banderas españolas, las que se veían eran las del orgullo maricón (eso es lo que quiere decir gay)y la que se impuso en la segunda república que, por cierto, su diseño se basa en una falacia, ya que se consideró el morado como color característico de Castilla. ¿Qué sindicatos tenemos?. Reitero mi interés por conocer alguno que realmente sea políticamente imparcial y que su afán sea el de la defensa real de los derechos de los trabajadores.