miércoles, 25 de noviembre de 2009

Formación del espíritu nacional, bis


Resulta difícil de entender la razón de que quienes se dicen víctimas de la “Formación del Espíritu Nacional” del régimen franquista se declaren, sin embargo, firmes partidarios de la Educación para la Ciudadanía, y seguro que si reflexionaran sobre las consecuencias de que un gobierno defina qué es un “buen ciudadano” les daría miedo, salvo que esa razón sea el puro revanchismo o un proyecto totalitario.

Ya en el Preámbulo de un Plan de Instrucción Pública para España de 1836 se podía leer que “El pensamiento es de suyo lo más libre entre las facultades del hombre; y por lo mismo han tratado algunos gobiernos de esclavizarlo de mil modos; y como ningún medio hay más seguro para conseguirlo que el de apoderarse del origen de donde emana, es decir, de la educación, de aquí sus afanes por dirigirla siempre a su arbitrio, a fin de que los hombres salgan amoldados conforme conviene a sus miras e intereses. Mas si esto puede convenir a los gobiernos opresores, no es de manera alguna lo que exige el bien de la humanidad ni los progresos de la civilización.”

La vigencia de dicha reflexión es evidente, como es evidente que dicha asignatura solo se puede defender desde postulados totalitarios, y por eso muchos padres no queremos que se imponga por ningún Gobierno ni la Educación para la Ciudadanía ni el compendio de Doctrina Social de la Iglesia, sino que se respete nuestro derecho a educar a nuestros hijos en libertad.

¿De qué se ríe Almudena Grandes?

Reproduzco una carta que envié el año pasado al diario El País, entre otros, como protesta contra un artículo publicado por Almudena Grandes, precisamente el día de la celebración del día internacional contra la violencia hacia la mujer.


"¿De que se ríe Almudena Grandes?

Nos invita Almudena Grandes en un artículo del pasado día 25 (Día Internacional de la mujer maltratada), a que nos imaginemos el placer que debió sentir la madre Maravillas “al caer en manos de una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos”, y  como “en 1974, al morir en su cama, recordaría con placer inefable aquel intenso desprecio...” . ¡Qué sensibilidad, y qué gracia! Porque claro, una religiosa no es una mujer ¿verdad Doña Almudena? Y por tanto todas y todos podemos reírnos hasta hartarnos con el chiste. Fíjese que mi primera impresión es que tenía un resabio machista intolerable, incluso que no era original, y mire Ud. por dónde debo estar equivocado ¿verdad Doña Almudena?, porque Ud., una mujer, tan progresista, tan de izquierdas, tan escritora, tan firmante de manifiestos contra la intolerancia, en fin, no puede caer en esa cutre vulgaridad machista, ¿no?. El problema es que no termino de entender su regocijo, y me veo en la necesidad de preguntarle... ¿de qué se ríe Ud.?"

No hace falta decir que no fue publicado.

lunes, 16 de noviembre de 2009

De excomuniones y patochadas

Se indignan algunos políticos porque un obispo católico -  el Secretario General de la Conferencia Episcopal, Don Juan Antonio Martínez Camino - se haya dirigido a los fieles católicos para decirles que desde la fe cristiana el aborto es un pecado mortal, con el que no se puede participar ni colaborar, y para recordar lo que debe ser obvio para un católico, que quién está en esa situación no puede recibir la Comunión y puede incurrir en excomunión. Algunos incluso (el Secretario General del PSOE en Córdoba, entre otros) han salido en tropel reclamando para sí la excomunión de una fe que no profesan, protagonizando una patochada que causaría tanta risa como sonrojo si no fuera por las invectivas, dignas del más rancio anticlericalismo decimonónico, de las que ha ido acompañada dicha petición. 

Pero vamos a ver,  ¿afectan el pecado o la excomunión a quienes no son católicos? Es evidente que no, porque no participan de la vida de la Iglesia ni de los sacramentos. Entonces, ¿a qué vienen semejantes declaraciones? ¿A que viene que vengan ahora algunos, como la Ministra de Igualdad, Doña Bibiana Aído, a descubrirnos el Mediterráneo afirmando con demagogia insufrible que “¡Las leyes se hacen en el Parlamento y no en los púlpitos!”?. 

Es cierto, pero también lo es que el Parlamento no es sino un instrumento para canalizar y resolver las diferencias de opinión, y que éstas se basan en principios, convicciones o ideas que, en otros regímenes tal vez, pero en una democracia no son patrimonio de los políticos ni de los partidos; y que opinar o discutir las leyes que se proponen desde el Gobierno es ejercer la democracia; y que profesar o no creencias religiosas o tener unas u otras convicciones éticas morales o filosóficas no puede implicar limitaciones para opinar o debatir acerca de esas leyes, porque no puede haber ciudadanías de primera y de segunda en función de esos principios o convicciones. 

¿Que es elemental? Pues parece no para todos, y es oportuno recordarlo cuando se le quiere negar a un Obispo la posibilidad, no solo de opinar, sino incluso dirigirse a los fieles de su propia Iglesia.