domingo, 18 de octubre de 2009

17-O. ¿Por qué ahora?

Preguntan de forma retórica desde el Gobierno que por qué salimos ahora a la calle contra el aborto y no antes. La respuesta es dolorosa, pero sencilla, pues porque hemos despertado.

Nos despertó la noticia de los cuerpos sin vida abandonados en contenedores de basura; el ruido de las trituradoras de desperdicios, que descargaban en el alcantarillado el producto de la muerte; los bramidos ministeriales contra quienes se atrevieron a investigar semejante barbarie: ¡no se puede tolerar!, clamaban, pero se referían a la investigación judicial. ¡Procesos inquisitoriales!, decía J. Antonio Alonso ¡violación de la intimidad!, decía De la Vega. ¿Y los muertos? Bernat Soria proponía cambiar la legislación mortuoria para que los fetos de menos de 28 semanas dejaran de ser restos humanos, convirtiéndolos en residuos sanitarios.

Las cosas empezaban a quedar claras, el problema no era más que una cuestión de residuos mal gestionados, y de entrometidos, como el Sunday Telegraph británico o la televisión pública Danesa,  que nos descubrieron al mundo como el paraíso abortivo de Europa, el lugar sin Ley donde todo vale.

Y el silencio, el espantoso silencio que había permitido semejante barbarie, nuestro silencio, nos abrumó, nos ensordeció, y ya no pudimos cerrar nuestros oídos a la sangre inocente que clamaba contra nosotros. Propusimos que se ayudara a la mujer para que no se viera forzada a abortar, y nos propusieron una Ley que, olvidando a la mujer, al hombre, y al hijo de ambos, autorizaba en nombre de la “libertad sexual y reproductiva desde la perspectiva de género”, lo que hasta ahora solo se hacía en fraude.

¿Que por qué ahora? Porque nos han despertado, y ya no podemos callar.