miércoles, 27 de enero de 2010

Pero ¿de qué Historia me habla?

España no tuvo ni Renacimiento, ni revolución industrial, ni Ilustración, ni modernidad. Nada, sólo catolicismo y Contrarreforma.”, se afirmaba en un artículo de opinión. ¡Es la Historia!, decía. La verdad, no la reconozco. 


Fue la Iglesia Católica la que preservó todo el saber de los antiguos en sus abadías y monasterios, a salvo de las invasiones bárbaras; el Renacimiento es imposible de entender al margen del impulso de la Iglesia Romana; en ninguna otra parte del Globo se ha producido un fenómeno parecido a la Ilustración sino en la Europa cristiana, y es interminable la relación de personajes históricos, católicos, decisivos en la revolución que ha supuesto la ciencia moderna. La ciencia astronómica nace con un clérigo católico, Nicolás Copérnico; el precursor de las grandes revoluciones representadas por las geometrías no euclidianas fue un jesuita, el padre Saccheri,; el padre de la revolución genética fue monje, agustino y católico, Gregorio Méndel; en los inicios de la teoría del Big Bang, está un sacerdote católico, Georges Lemaître (foto). La lista sería interminable, Pascal, C.A. Coulomb, A. M. Ampere, Torricelli, Marconi, A. Volta. Louis Pasteur, ¿es necesario seguir? Hasta el concepto de sustancia material con locación no circunscriptiva que está en los principios de la teoría electromagnética y de la física cuántica, tiene su origen en la Iglesia Católica.


Sí que ha habido episodios en la Historia que ahora nos pueden parecer lamentables, pero no han sido exclusivos de la Iglesia, y las consecuencias tampoco han sido las mismas. Basta recordar que Galileo murió de viejo en su casa, mientras Lavoisier, padre de la química moderna, fue guillotinado en la Revolución francesa después de que el presidente del tribunal que lo condenó pronunciara una frase histórica: «La República no necesita sabios».


No se pueden contraponer fe e Iglesia a razón, conocimiento y desarrollo científico – es ridículo, dice literalmente el filósofo ateo Gustavo Bueno - y es un error, común por lo injustificadamente extendido, que es necesario corregir, aunque solo sea por respeto a la verdad y a la Historia.

domingo, 24 de enero de 2010

Sherlock

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Pues me ha gustado.

Es posible que el actor que interpreta al Sherlock Holmes - Robert Downey Jr. - no encaje con la descripción física (muy alto y enjuto) que de él hace el Dr. Watson, pero las dotes para el boxeo o la esgrima, o determinadas aficiones, digamos, un poco "tóxicas", cuando la inactividad amenazaba su equilibrio mental, son originales del personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle.

La película es muy entretenida, y ademas refleja muy bien un aspecto de la segunda mitad del siglo XIX que es fácil de reconocer también ahora, y es la coincidencia en la sociedad, y hasta en la misma persona, de dos concepciones aparentemente antagónicas: la exaltación por una parte de una razón absoluta y omnicomprensiva que, fundándose en sí misma, se erige en regla única de explicación del mundo y, por otra, de una mansa aceptación, cuando no apasionamiento por todo lo mágico, lo oculto, lo irracional.

Hoy mismo no es difícil encontrar a nuestro alrededor a quienes intentan conocer el futuro por medio de la estrellas, el tarot, las líneas de la mano o los posos del café o del té (y hasta lo intentarían con las vísceras de los animales si no fuera políticamente incorrecto), o a quienes se resisten a romper cadenas de correos electrónicos no vaya a ser que atraigan sobre sí la mala suerte, al tiempo que defienden la razón, la ciencia y la tecnología como la fuente única del progreso, al que otorgan la consideración de fundamento, aspiración y esperanza única de la humanidad.

Claro que la contradicción es solo aparente, porque este pensamiento también parece tener algo de "mágico", ¿no?.

domingo, 17 de enero de 2010

¿Enseñanza diferenciada? Yo sí, gracias.

¿Que tienen en común la diputada socialista alemana Heidi Simonis, la exministra comunista francesa Marie George Buffet o la Vicepresidenta demócrata de EEUU, Hillary Clinton?

Todas dicen que hay que superar prejuicios y estereotipos, que la coeducación no ha conseguido asegurar la igualdad de oportunidades ni de sexos, y todas ellas son defensoras a ultranza de la separación de sexos en la escuela por razones pedagógicas. En Alemania la enseñanza diferenciada forma parte de la oferta pública desde 1998, ¡sorpresa! a iniciativa de socialistas y verdes, y está fuera del debate en los países anglosajones, existiendo más de 250.000 colegios en el mundo occidental de enseñanza diferenciada. Los resultados académicos obtenidos por medio de la enseñanza diferenciada son , para ambos sexos, muy superiores a los que se obtienen a través de la enseñanza mixta, cuya justificación es fundamentalmente, casi exclusivamente, económica por sus menores costes organizativos y económicos para el Estado, a costa de  la atención individualizada y de la calidad de enseñanza.

Creo, como todas esas mujeres y como millones de personas en el mundo, que hay que dejarse de prejuicios, aceptar la posibilidad de que la coeducación no sea la única opción, y exigir del Estado y de nuestras Comunidades Autónomas que oferte esa opción a todas las familias.

domingo, 10 de enero de 2010

¿Existe Dator, en Wyoming?

Había transcurrido..., no se, mucho tiempo ¿faltaba mucho para que terminara la película? La esfera del reloj estaba apagada... podía sacar el teléfono para consultarla..., ¡Eh! ¿Existiría Dator, en Wyoming? Con la aplicación de Google Earth sería fácil comprobarlo.... ¡Anda! Pues sí que existía.... ¿y Ray? ¿Existiría Ray? ¿Habrían realmente 70 km de distancia desde Dator? ..... ¡Vaya! ... ¿a quién se le habría ocurrido ponerle a una población un nombre propio? ¿O será un apellido? Claro que también nosotros tenemos "Los Martínez", " Los García" ... "Las Brujas" ... ¡un momento! eso no es un apellido , ¿o sí? podría buscarlo en google, y de paso probar la aplicación "Bolt" que dicen que es más rápida..., vamos a ver, vamos a ver...., ¿en qué estaba? ¡Ah, sí, Ray!... sería imposible localizar ese pueblo entre tanto anuncio....

Pero..¿qué estaba haciendo? ¡Ahh, sí! la película..., no, no, lo que quería era ver la hora... Ufff, ¿cómo era posible que sólo hubieran transcurrido 30 minutos? ¿Cuanto duraba la película de los Morgan? Por lo menos hora y media, o...., mejor no pensarlo... bueno, por lo menos me daría tiempo a jugar una partidita de ajedrez...