domingo, 24 de enero de 2010

Sherlock

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Pues me ha gustado.

Es posible que el actor que interpreta al Sherlock Holmes - Robert Downey Jr. - no encaje con la descripción física (muy alto y enjuto) que de él hace el Dr. Watson, pero las dotes para el boxeo o la esgrima, o determinadas aficiones, digamos, un poco "tóxicas", cuando la inactividad amenazaba su equilibrio mental, son originales del personaje creado por Sir Arthur Conan Doyle.

La película es muy entretenida, y ademas refleja muy bien un aspecto de la segunda mitad del siglo XIX que es fácil de reconocer también ahora, y es la coincidencia en la sociedad, y hasta en la misma persona, de dos concepciones aparentemente antagónicas: la exaltación por una parte de una razón absoluta y omnicomprensiva que, fundándose en sí misma, se erige en regla única de explicación del mundo y, por otra, de una mansa aceptación, cuando no apasionamiento por todo lo mágico, lo oculto, lo irracional.

Hoy mismo no es difícil encontrar a nuestro alrededor a quienes intentan conocer el futuro por medio de la estrellas, el tarot, las líneas de la mano o los posos del café o del té (y hasta lo intentarían con las vísceras de los animales si no fuera políticamente incorrecto), o a quienes se resisten a romper cadenas de correos electrónicos no vaya a ser que atraigan sobre sí la mala suerte, al tiempo que defienden la razón, la ciencia y la tecnología como la fuente única del progreso, al que otorgan la consideración de fundamento, aspiración y esperanza única de la humanidad.

Claro que la contradicción es solo aparente, porque este pensamiento también parece tener algo de "mágico", ¿no?.

1 comentario:

victoria dijo...

Pos a mí también me gustó.