miércoles, 24 de octubre de 2012

Like a virgin, in a Brave new world?


Leía hace unas semanas (17/09/2012), en El País, un artículo a propósito de un libro de  Aarathi Prasad titulado “Like a virgen. How Science es redifining the rules of sex”, en el que la autora reflexiona sobre los avances científicos en la reproducción asistida y predice un futuro cercano –lo cifra en 15 años– en el que las mujeres no sólo podrán tener hijos sin tener relaciones sexuales, como ya es posible a través de la fecundación in vitro y la donación de esperma, sino que lo podrán hacer sin tener que experimentar su embarazo, es decir, sin gestación; afirma que el sexo para reproducirse puede pasar a la historia, que la investigación científica está reescribiendo las reglas de la reproducción sexual, y que los expertos están perfilando alternativas a lo que denomina la “concepción tradicional” para adaptarse a los cambios sociales, al abrir la puerta a matrices artificiales, con ovarios y espermatozoides creados desde el laboratorio, lo que permitirá una  “igualdad social” nunca vista en la reproducción sexual, ya que no solo permitirá que las mujeres no tengan limitaciones de ningún tipo para tener hijos a demanda, sino que estos avances también permitirán a los hombres pasar el mismo proceso, y a las parejas gays tener hijos con el ADN de sendos padres.

Es evidente la ideología de genero que lo informa, una ideología que se desarrolla a partir de los años 70 como resultado de la mezcla de algunas teorías marxistas y estructuralistas, con postulados de algunos representantes de la “revolución sexual” y del existencialismo ateo, y que ha encontrado un ambiente favorable en la antropología individualista del neoliberalismo radical. Afirma que no somos hombres o mujeres por naturaleza sino como resultado de una “construcción social” cuyo objeto es el sometimiento de la mujer, y que para que hombre y la mujer sean iguales hay que llegar a una sociedad sin clases de sexo, lo que requiere "que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños.” En sociedades más imaginativas – decían - la reproducción biológica podría asegurarse con otras técnicas."

Pues bien, la imaginación ha llegado al poder, y aunque todavía no existe una matriz artificial que permita gestar bebés fuera del cuerpo de la madre, se está investigando y podría ser realidad en un futuro próximo, lo que explica que se haya encendido un polémico debate en Gran Bretaña, y es normal, pero no podemos sorprendernos, porque hace ya mucho tiempo que empezamos a dar todos los pasos necesarios para ello.


Los primeros minutos del video que antecede, de la película “Un mundo feliz”, basada en el libro del mismo nombre (“Brave new world”, es el título en inglés) de Aldous Huxley, muestran la visita de unos estudiantes al “Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres”, en el que se les enseña el proceso de producción de seres humanos en un mundo distópico en el que palabras como “padre”, “madre” o “familia”, están proscritas, porque los seres humanos son fabricados según diferentes “calidades” y condicionados artificialmente – básicamente para estar satisfechos de su condición y ser consumidores compulsivos - , según las necesidades de la Sociedad que, por supuesto, son definidas por unos pocos hombres. 

El video es bastante explícito, pero es más ilustrativa la explicación del proceso de fabricación que en el libro da el Director del Centro: “Esto –siguió el director, con un movimiento de la mano– son las incubadoras. –Y abriendo una puerta aislante les enseñó hileras y más hileras de tubos de ensayo numerados– La provisión semanal de óvulos –explicó- conservados a la temperatura de la sangre; en tanto que los gametos masculinos – y al decir esto abrió otra puerta – deben ser conservados a treinta y cinco grados de temperatura en lugar de treinta y siete… Sin dejar de apoyarse en las incubadoras, el director ofreció a los nuevos alumnos…una breve descripción del moderno proceso de fecundación. Primero habló naturalmente de sus prolegómenos quirúrgicos, “la operación voluntariamente sufrida para el bien de la Sociedad, aparte el hecho de que entraña una prima equivalente al salario de seis meses”; prosiguió con unas notas sobre la técnica de conservación de los ovarios extirpados de forma que se conserven en vida y se desarrollen activamente; pasó a hacer algunas consideraciones sobre la temperatura, salinidad y viscosidad óptimas; prendidos y maduros; y acompañando a sus alumnos a las mesas de trabajo, les enseñó en la práctica cómo se retiraba aquel licor de los tubos de ensayo; cómo se vertía gota  a gota sobre placas de microscopio especialmente caldeadas; cómo los óvulos que contenían eran inspeccionados en busca de posibles anormalidades, contados y trasladados a un recipiente poroso; como…este recipiente era sumergido en un caldo caliente que contenía espermatozoides en libertad…cómo los óvulos fecundados volvían a las incubadoras, dónde los Alfas y los Betas permanecían hasta que eran definitivamente embotellados, en tanto que los Gamma, Deltas y Epsilones eran retirados al cabo de solo treinta y seis horas para ser sometidos al método Bokanosky.”     

En 1931, cuando se publicó el libro, podía considerarse ciencia ficción, pero hoy estamos más cerca de lo que nunca hubiéramos imaginado de ese “mundo feliz”, por lo menos, por lo que se refiere al proceso de producción y selección de seres humanos, y además, como en el libro, sin necesidad de coerción sobre los individuos.

¿No es cierto que para controlar el nivel de población, dentro de lo que algunos – neomalthusianos, ambientalistas, etc. - consideran adecuado, se ha promovido y promueve la esterilización, incluso a veces de forma masiva? ¿No es cierto que ya existen Bancos de óvulos y de espermatozoides, y que se ofrece con normalidad la fecundación in vitro como un método relativamente eficaz para resolver los problemas en la concepción? Y es, sin embargo, una técnica ineficaz, nada inocente desde el punto de vista moral, entre otras razones por lo que implica la fabricación de embriones, la selección de unos y el descarte de otros, la muerte de los que no consiguen prender, e incluso a veces la eliminación de algunos ya prendidos, los más débiles, en caso de embarazo múltiple. Nada de esto se explica, sin embargo, a quien podría estar interesado, no se pregunta por quien sospecha podría ver comprometido su deseo, o sencillamente no importa. ¿Y no es cierto que ya se está produciendo una criba eugenésica mediante el aborto de todos aquellos seres humanos que son detectados tempranamente como “no aptos” por padecer alguna minusvalía física o psíquica? Y todo eso lo hacemos nosotros solos, sin coerción alguna, en ejercicio, en unos casos de la “libertad sobre el propio cuerpo”, permitiendo su mutilación, o donando o vendiendo óvulos o esperma; en otros de una "opción por la maternidad", concebida como un derecho a tener hijos que debe ser satisfecho; y en otros por una anticipada compasión que lleva a suprimir al que padece alguna anomalía, pensando incluso que nadie tiene derecho a obligarlo a sufrir, y que existe la obligación moral de matarlo.

Para completar el proceso de fabricación relatado por Aldous Huxley faltaba una cosa, el útero artificial, porque si bien es cierto que ya teníamos los vientres de alquiler, claro, no es lo mismo, sobre todo si se consiguiera crear un modelo de útero portátil que pudiera colocarse en el salón del hogar, en el que se podría cuidar al embrión como si fuera un “tamagochi”, haciendo realidad los deseos de tantas personas, de cualquier sexo, sean pareja o no; pero “Que el deseo sea la medida de lo real, y no al revés, pone claramente de manifiesto que nos movemos en un universo virtual, donde el cliente es el rey, pero donde el hombre es un esclavo.” [F. Hadjaj], porque el poder sobre la naturaleza que se exhibe como una victoria del progreso, de la humanidad, y de la libertad no es sino el poder de unos hombres sobre otros hombres.

“Imagina dejar de pensar en el “tic-tac” de tu reloj biológico. Saber que aunque seas mayor de 35 años, todavía puedes ser madre sin factor de riesgo. Imagina una concepción y gestación exenta de sexo y de sentir el embarazo en tu propio cuerpo. Que tu bebé, generado en un laboratorio a partir de células madre o cromosomas sintéticos, crezca en una matriz artificial, con un molde calcado al de tu útero.”, decía el artículo de El País al que me refería al principio.

Prefiero no imaginarlo, creo que es una pesadilla, pero una pesadilla que comenzó hace ya tiempo, aunque se esté acercando ahora al paroxismo, con el impulso, aquiescencia o silencio cómplice – el vestíbulo de los ignavos debe estar atestado - de casi todos.