domingo, 11 de mayo de 2014

Mirar para otro lado no es una opción


El pasado 9 de abril la Consejería de Sanidad y Política Social de la Región de Murcia y la asociación Red Madre firmaron un convenio para el fomento y desarrollo de actividades de información, apoyo, asesoramiento y ayuda a las mujeres para superar cualquier conflicto que pueda surgir como consecuencia de un embarazo imprevisto. Es un acuerdo – sin contenido económico – por el que la Consejería se compromete a promover las actividades de dicha asociación en el ámbito de la Región, a través de acciones como la información periódica de interés para embarazadas, con la publicación de carteles y distribución de folletos en centros sanitarios y sociales públicos, y en centros docentes no universitarios, y la colaboración con la red en el intercambio mutuo de documentación y el desarrollo de programas conjuntos de divulgación de la información sanitaria y social destinados a la población en general y a las embarazadas en particular; por su parte, Red Madre se compromete a transmitir entre sus usuarias la información que le suministre la Consejería sobre el sistema y funcionamiento sanitario y social murciano y, en  particular, información específica a las mujeres embarazadas sobre los servicios sanitarios y sociales de la Comunidad que les puedan ser de utilidad.

Para quien todavía no lo sepa, Red Madre es una organización sin ánimo de lucro, entre cuyos fines está la promoción de la concesión de ayudas y sistemas de asistencia gratuitos a la mujer embarazada, el asesoramiento a todas las mujeres, que libremente lo soliciten, sobre cómo superar cualquier conflicto que su embarazo le pueda suponer, e informarla sobre los apoyos y ayudas, de origen público o privado, que pueda recibir para llevar a buen término su embarazo, y asistir y apoyar, directa y personalmente, a toda mujer embarazada para que pueda llevar a buen término su embarazo. Es decir, trata de acompañar y prestar su auxilio a mujeres que se encuentran a veces en situaciones muy duras en las que el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación, en un contexto de pobreza, o de abandono o violencia de la propia pareja, y hasta de su familia. Son situaciones de extrema angustia y dolor, en las que las mujeres se sienten solas, abandonadas por todos a su suerte, abrumadas por sus circunstancias, y abocadas a abortar a su propio hijo como única solución a esa situación extrema. ¿Debemos permanecer ajenos, impasibles, cómplices al fin, de una situación de violencia estructural que aparece como un obstáculo insalvable para tantas mujeres? ¿Quién puede pensar que esas mujeres son realmente libres para decidir abortar o no? "¿Quién puede dejar de comprender - como se pregunta a este respecto el Papa Francisco en la exhortación aportólica Evangelii Gaudium - esas situaciones de tanto dolor?"

Pues, por increíble que pueda parecer, los hay, y son grupos y partidos que se autoproclaman progresistas y defensores de los derechos de la mujer, entre los que consideran que está el derecho al aborto, que defienden como buque insignia de la lucha feminista, y que no tardaron en criticar ese Convenio – por ejemplo la responsable de mujer  (¡manda narices!) de IU-Los Verdes en Murcia – alegando que “está fuera de lugar e incumple la normativa”, y que “tiene un marcado tinte moralista y su única función es coaccionar a la mujer que decide libremente interrumpir su embarazo.”

No, no es así, y con esas declaraciones demuestra, además, una falta de humanidad que, para ser sincero, no me extraña en absoluto en alguien imbuido de esa ideología, porque forma parte esencial de su misma concepción e historia, pero que hay que denunciar con toda firmeza.

En primer lugar dicho Convenio no es sino la plasmación y cumplimiento de un mandato constitucional, que recoge con similar redacción el Estatuto de Autonomía de la Región de Murcia, y es el que establece el art. 9.2 CE cuando señala que “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud.” Y es que, vamos a ver, ¿alguien puede pensar seriamente que esas mujeres, sometidas a cualquiera de esas u otras situaciones de presión y angustia vital, son realmente libres para adoptar la decisión de abortar o no? Una decisión personal es realmente libre cuando esa persona no está “aplastada” por las circunstancias para adoptarla, cuando es capaz de ver que hay varias opciones y que puede optar realmente por hacer una cosa u otra; y remover o paliar en lo posible esas circunstancias extremas para que la mujer que quiera abortar lo haga porque realmente esa es su voluntad, y no porque no era capaz de ver otra opción, no es que sea deseable, es que es realmente una obligación de todos los poderes públicos, una obligación a cuyo cumplimiento puede servir ese Convenio.

Pero es que, además, si no es nada progresista querer solucionar los problemas eliminando una vida humana por medio del aborto (a mi se me antoja que corresponde más a la edad de piedra que otra cosa, aunque ahora se practique entre las blancas y asépticas paredes de una “clínica”), lo que también atenta sin duda contra toda idea de progreso, de libertad, de defensa de los derechos y dignidad humanas, es utilizar instrumentalmente a las mujeres que se encuentran en esas situaciones desesperadas para defender el “derecho” a abortar, aun cuando ello implique dejar un reguero de víctimas por el camino, por supuesto esos seres humanos que no llegarán a nacer porque se les ha dado una muerte temprana en el mismo seno materno, pero también sus madres que, en muchos casos, y de ser otras sus circunstancias – que esos “progres” quieren mantener, a costa de esas víctimas, y de la misma libertad que dicen defender -  nunca lo habrían hecho.

Se trata de una filosofía inhumana, trufada de un marxismo en estado puro (que opera aquí de una forma muy similar a la critica que hace de la práctica de la caridad con los seres humanos en situación de miseria hoy y ahora, a los que se prefiere sacrificar en aras de una ilusoria sociedad perfecta futura), en la que la mujer, cuyos derechos dicen defender, y el hijo que está en sus entrañas, son sacrificados en defensa de sus intereses e ideología, de un concepto abstracto de la libertad y del “derecho” a abortar, que prescinde de la realidad de la existencia de esos seres humanos y del hoy y ahora de sus circunstancias que hacen ilusoria esa libertad de la que se autoproclaman guardianes.

A la causa de la libertad y de los derechos humanos solo se contribuye eliminando los obstáculos que los hacen abstractos e irreales, descendiendo al terreno de los problemas reales y concretos de esas mujeres que piden ayuda, y aprestándose darla porque, como señalaba Benedicto XVI -Deus caritas est“no se puede promover la humanización del mundo renunciando, por el momento, a comportarse de una forma humana.”, y lo verdaderamente progresista es defender a quien se encuentra desamparado, dar ayuda a quien la pide, y facilitar los medios para prestarla, no mirar para otro lado.

No, hacer oídos sordos y mirar para otro lado ante el dolor humano, no es una opción.