domingo, 7 de marzo de 2010

De la adquisición y destino de los bienes


Sorprende muchas veces descubrir la actualidad de los clásicos, y es lo que me ha sucedido con la lectura de la obra de Aristóteles, “Política”, cuyos capítulos VIII y IX describen los modos de adquirir los bienes, y distingue entre medios naturales (cultivo, pastoreo, pesca y la caza y la piratería – ¡hay quien todavía lee a los clásicos!-), y otros modos de adquisición que son producto del arte y la experiencia, como es el comercio que dio origen a la moneda, y a lo que denomina “crematística”.

Afirma Aristóteles que el dinero no tiene “otro valor que el que le da la ley, no la naturaleza, puesto que una modificación en las convenciones… puede disminuir completamente su estimación y hacerle del todo incapaz para satisfacer ninguna de nuestras necesidades”; y nos advierte del desorden que puede suponer olvidarnos del destino natural de los bienes cuando afirma que “…parece a algunos que ésa – el acrecentamiento sin límites del capital- es la función general de la economía, y concluyen con la convicción de que es preciso a todo trance conservar o aumentar hasta el infinito la suma de dinero que se posee. Para llegar a conseguirlo, es preciso preocuparse únicamente del cuidado de vivir, sin cuidarse de vivir como se debe. Así, al ser aquel deseo sin límites, desean para satisfacerlos unos medios sin límite. Los mismos que se proponen vivir moderadamente, corren también en busca de goces corporales, y como la propiedad parece asegurar estos goces, todo su afán se centra en la adquisición de dinero…. Pues como si el placer residiera en la superabundancia persiguen todos los medios que pueden procurarla.”

Si examinamos las causas de la actual crisis económica vemos que las hipotecas “subprime” no han sido sino un instrumento de la codicia, y que las causas son esencialmente morales; y es que nos hemos olvidado de vivir como se debe para correr inmoderadamente detrás de la riqueza, ya sea por sí o por los placeres que procura, olvidándonos del fin último de todos los bienes. Lo decía no hace mucho Benedicto XVI en su encíclica “Caritas in Veritate”, con unas consideraciones que son doctrina social constante de la Iglesia: “La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza.”

Y es que no queremos escuchar lo que no nos interesa, y así nos va.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

La codicia es peligrosísima y deriva en otras materializaciones del mal, que pueden conducir al hombre a cometer crímenes.

El vivir con lo necesario, sin boato, con humildad y primando el sentido práctico sobre la ostentación, se está confundiendo con el conformismo, cuando nada tienen que ver. Basarse en lo primero supone saber valorar las cosas materiales en su justa medida, evitando así la codicia, la envidia y el mal empleo de recursos. Por contra, el conformismo lleva implícito unos tintes negativos: pereza, falta de ilusión o baja autoestima.

El trabajo en sí es una gran riqueza, que nos debe conducir al mantenimiento natural así como un nivel de vida modesto, que cubra las necesidades básicas, dejando la mente libre para un enriquecimiento espiritual, que nos abra las puertas de la felicidad personal y la de aquellos que nos rodean. Además, una postura sencilla, humilde y modesta en la vida, nos ayudará a no necesitar aquello que va más allá de lo estrictamente necesario, a ser más moderados en nuestros hábitos, por lo que se aniquila de raiz el desear aquello que no está a nuestro alcance, de manera que se anula cualquier intento de hacerlo por métodos ilícitos.

Leandro dijo...

Joder, Nacho, menudas perlas nos dejas por aquí. Eso de que Aristóteles sitúe a la piratería entre los medios naturales de adquirir los bienes, es verdaderamente impagable; efectivamente, todavía hay quien lee a los clásicos y sigue sus enseñanzas. Gracias, gracias, gracias. Me voy corriendo a la fuente

Desde el foro dijo...

Leandro, me preocupa...., supongo que te refieres a que vas a leer a Aristóteles ¿no?

No te imagino enrolado en un barco de alguna exótica nacionalidad empuñando un machete, y tampoco creo que citar a Aristóteles te sirva de eximente frente a la SGAE...., aunque en este caso tengo más dudas de quién es el pirata, la verdad.

Leandro dijo...

Me refería a eso, por supuesto. A pesar de que, como mis hijos te confirmarán, yo fui pirata en mi juventud. La vertiente propietario-intelectual del asunto me había pasado desapercibida, pero da mucho juego; habrá que profundizar en ella

Anónimo dijo...

Pues estoy conforme con al primera entrada, pero supongo que hay que aclarar un poco qué es lo que se entiende por vida modesta o por necesidades básicas, ¿no? porque supongo que debe ser algo más que comer y con qué cubrirnos.
Lo básico básico es muy poco, por lo que entiendo que se trata no solo de no intentar vivir por encima de nuestras posibilidades, que es lo que hemos hecho el común de los mortales en los últimos años, sino un poco por debajo de lo que podemos.