domingo, 21 de febrero de 2010

Fe en el progreso, ¿una nueva esperanza para la humanidad?

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¿Has oído el discurso?



 Es difícil resistirse a un discurso tan emotivo como el de Chaplin, y no asentir cuando oímos que “La codicia  ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia la miseria y las matanzas.”, que “Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado…. El maquinismo que crea abundancia nos deja en la necesidad.”, y que “Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos; nuestra inteligencia, duros y secos.”; afirmaciones que, unidas a las llamadas a la bondad y a la “fraternidad universal”, y contrapuestas al horror de los campos de exterminio nazis, nos conducen a abandonarnos al tono general del discurso sin someterlo a crítica. Y sin embargo la admite.

Y la admite, entre otras cosas, porque parte de un concepto erróneo al desconocer la naturaleza caída de la humanidad, cuando afirma que “Los seres humanos somos así, queremos hacer felices a los demás no hacerlos desgraciados.”, y no basta con afirmar que los otros – los que no actúan así - son “los inhumanos”; y porque equivoca el remedio al depositar la esperanza de la humanidad en la lucha "…por el mundo de la razón, por un mundo donde la ciencia, donde el progreso nos conduzca a todos a la felicidad.”, y además identifica dicha concepción, excluyente, con la democracia.

La idea de que razón, libertad y progreso científico son suficientes por sí mismos para recuperar el paraíso perdido nace en la edad moderna (Francis Bacon), a raíz de los descubrimientos científicos, y su aceleración, en progresión geométrica, no hacen sino alimentar esa nueva fe en el progreso. Según esa fe, el progreso es el dominio creciente de la razón y la superación de todas las dependencias hacia la libertad perfecta, y ambas – razón y libertad - son consideradas intrínsecamente buenas, un poder del bien y para el bien. Políticamente sin embargo, esa concepción se concretó en el siglo XVIII en la Revolución Francesa que, a pesar de algunos de sus aspectos, muy estimables, terminó desembocando en el Terror; y en el siglo XIX en el marxismo - la política concebida científicamente – que, partiendo de un lúcido análisis de la realidad, terminó desembocando en la Revolución Rusa, y en los “gulags” del régimen estalinista.

Ciertamente la razón es muy importante, y desde el punto de vista cristiano es, junto con la libertad, el gran don de Dios al hombre. Pero razón y ciencia, por sí solas, son incapaces de crear una ética, y el progreso fundado en esos conceptos es evidentemente ambiguo, puesto que al tiempo que ofrece indudables posibilidades para el bien, abre también posibilidades abismales para el mal. Y es que no podemos convertir los instrumentos – razón y libertad, ciencia y democracia - en fines en sí mismos, porque no todo lo que se puede hacer se debe hacer, y si el progreso técnico no va seguido de un progreso en la formación ética del hombre, a lo que asistimos en realidad es a un crecimiento exponencial de nuestra capacidad para el mal.

Que qué tiene esto de actualidad. Todo, a poco que lo medites. La “fe en el progreso” es concebida como una autorización para hacer todo lo que se puede hacer sin límites, y esgrimida para descalificar al contrario sin debate previo. ¿Manifestaciones? Aborto, eutanasia, manipulación genética, “madres” de alquiler, ideología de género, distinción entre moral pública y privada para confinar la fe al ámbito de la conciencia individual, o el episodio chusco protagonizado recientemente por un abogado mediático para la retirada del Cristo de Monteagudo, apelando al racionalismo nacido de la Revolución.

¿Es posible depositar ahí la esperanza de la humanidad? Yo no lo creo.

2 comentarios:

Leandro dijo...

Yo creo, Nacho, que este discurso no ignora la ética. Es más, yo creo que habla de ética en unos cuantos pasajes.

...yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni ayudar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres

...El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco

Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura

Los aviones y la radio nos hacen sentirnos más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros

Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio...

En el capítulo 17 de San Lucas se lee: "El Reino de Dios está dentro del Hombre", no en un hombre, ni en un grupo de hombres, sino en todos los hombres

¿De qué está hablando aquí, si no es de ética? Esto no sólo razón o progreso material.

Yo creo que al final, cuando subraya que debemos luchar por el mundo de la razón, lo hace por contraposición a la sinrazón de la dictadura del terror que está caricaturizando y criticando. No creo que esa declaración pretenda omitir los principios éticos.

De todas formas, y a pesar de que la película y el discurso puedan resultar un poco panfletarios (dicho sea con todo el cariño del mundo), me encantan. Los dos.

Aunque por encima de ésta, me quedo con Tiempos modernos

Desde el foro dijo...

Hola Leandro,

Sin duda que habla de ética, y que toda la película es una sátira y alegato tremendo contra las dictaduras, en particular contra el nazismo; y desde luego no pretendo retomar la caza de brujas del Comité de Actividades Antiamericanas contra Chaplin. Creo que el contexto - como tuve la oportunidad de sostener en otro intercambio de opiniones contigo, a propósito de un discurso de Steve Job - es importante para valorar el conjunto, y el sentido es comprensible e inequívoco.

Lo que pretendía poner de manifiesto es la facilidad con la que se introducen en el discurso cotidiano determinados conceptos que podemos poner en duda.

Por ejemplo, afirmas que en ese discurso trata de subrayar que debemos "luchar por el mundo de la razón... por contraposición a la sinrazón de la dictadura del terror."

El problema, sobre el que trato de llamar la atención, es que da por supuesto que la razón es de por sí bondadosa, cuando es un don o cualidad que podemos aplicar al bien o al mal, y que ese bien y ese mal hay que identificarlos correctamente con criterios que son ajenos a la razón.

El régimen nazi no pretendía el mal, sino el bien. El problema es que ellos identificaban el bien con la pureza de la raza aria, y para ello crearon con una racionalidad asombrosa, y maligna, una maquinaria perfecta - y no solo me refiero a los hornos - para matar industrialmente a los judíos.

Dicho eso, coincido contigo en la preferencia por "Tiempos Modernos".