martes, 15 de diciembre de 2009

Laicos y democracia


Los cristianos laicos, además de miembros de la Iglesia, son ciudadanos en plenitud de derechos y de obligaciones y, como el resto de ciudadanos, cualquiera que sea su orientación ética, moral o religiosa, tienen el derecho y la obligación de participar en actividades sociales y públicas de acuerdo con su conciencia y convicciones.

Por eso, en ejercicio de sus derechos constitucionales, tienen el derecho de defender la familia, la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, o de defender la libertad de los padres para educar a sus hijos conforme a sus principios y convicciones, sea acudiendo a una concentración o manifestación, en los medios de comunicación, o en el Congreso de los diputados, sin que se le pueda etiquetar, ni menospreciar o discriminar por el simple hecho de profesar la fe católica.

Es una concepción de la política, totalitaria y dictatorial, y por ello inaceptable, la de quien, se opone al mismo hecho de que existan, y se defiendan públicamente, ideas contrarias a las impuestas por una mayoría parlamentaria que, constitucionalmente, siempre es transitoria.

A los cristianos, como a los ateos, agnósticos  y a cualquier otro ciudadano cualquiera que sea la creencia o increencia que profese, y a la Iglesia Católica, como a cualquier partido político o a cualquier organización civil, les asiste el derecho de exponer y defender sus ideas públicamente, y eso no tiene nada  que ver con "legislar la fe",  ni con atentar contra la democracia, sino muy al contrario, ejercicio y defensa de la libertad y la democracia.

Quien lo entienda de otra manera tiene un problema.

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