domingo, 21 de julio de 2013

Confortablemente adormecidos



La foto del encabezamiento (de National Geografic), muestra un cerdo después de darse un atracón en una tienda de alimentación en la población japonesa de Namie, abandonada tras el accidente de marzo de 2011 en la central nuclear de Fukushima; sestea, ahíto, tras haberse adueñado del comercio y darse cómodamente tan pantagruélico festín, ignorante de que, a pesar de ese aparente dominio, está condenado a muerte.

No se por qué, tal vez por esa satisfacción animal, por ese abandono suicida en el que yace el puerco, pero la imagen me ha traído a la memoria aquel pasaje del Evangelio de Marcos (5,1-12) en el que un espíritu impuro, que poseía a un hombre en la región de los gerasenos, y que respondía al nombre de Legión, porque eran muchos, pedía con insistencia a Jesús que no le expulsara de la región, al abismo, en el relato de Lucas, y termina suplicando (había una piara de cerdos cerca) “Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos”.

¿No es cierto – como dice Fabrice Hadjadj en “La fe de los demonios” [sí, los demonios tiene fe, tan pétrea e inconmovible como su corazón; “se quién eres Tú”, le dicen a su paso] -  que es fácil reconocer en esa súplica desesperada la inclinación de algunas de nuestras propias peticiones? 

No es la oración de quien no tiene fe en Dios, de quien anda perdido por senderos, que son en realidad un laberinto, y que no llevan a ninguna parte, atendiendo a las voces de diferentes ídolos que le dicen “sígueme, fíate de mí”, sino la de quién habiendo recibido la fe, tal vez incluso, inicialmente, con alegría, se pierde hociqueando por esos mismos senderos, y termina suplicando como ese espíritu inmundo: 

Sí, mejor que estar contigo y seguirte por el camino del Calvario, envíanos a esos puercos, hay en ellos una santidad a nuestra medida, una vida al alcance del hocico, sonrosada, redonda, serena. Del misterio de Navidad nuestra piedad sólo quiere conocer el cálido establo. Ésa es la meta de nuestro viaje, oh compañeros de Ulises, gracias al hechizo de Circe más que a la oración de María, una gracia bastante grasa… Por tanto Señor es inútil que derramemos nuestra sangre, ¡no somos kasher! Déjanos cebarnos tranquilos. Y cubrir a nuestras cerdas en paz. Sabremos escrutar bien el suelo para la salvación de nuestro tocino. Sabremos encontrar en el fango un cielo suficiente y acogedor. Considera nuestra modestia, Hijo del Dios Altísimo. Preferimos la pocilga que nos reboza a tu alegría que hace llorar. La menor cochinada nos satisfará. No necesitamos tu hostia radiante: nos conformaremos con nuestras bellotas.”

o con cualquier basura que se nos ponga al alcance del hocico, que sacie nuestros apetitos animales, y nos ayude a quedarnos confortablemente adormecidos. ¡Ay! 

10 comentarios:

Anónimo dijo...

"The child is grown, the dream is gone...[we] have become comfortably numb."
Buena canción de Pink Floid, que pocos reconocerán en el título del post. La infancia perdida y sus sueños que se desvanecen con el tiempo, y no queda nada, salvo esperar la muerte. Un post duro.

Manolo dijo...

Prefiero creer en el reencuentro con la infancia cada vez que nace un niño, sobre todo si es cercano a nuestro entorno. Los sueños no se desvanecen, afloran permanentemente. La muerte no es el final y, aunque lo fuera, no debería ser justificación para no vivir una vida alegre, lejos de la apatía y el conformismo.

Anónimo dijo...

En chair et en os

Desde el foro dijo...

Pues sí, Anónimo, es verdad, somos de carne y hueso y como tal tenemos nuestras debilidades, pero con eso ya se cuenta, lo importante es nuestra lucha por vencerlas, y por levantarnos de nuevo, cuantas veces caigamos.
Bienvenido(a) a este espacio.

Dredo dijo...

Y esa lucha debe ser por uno mismo y por los demás, evitando que otros caigan, sin perder de vista que nuestra aspiración debe tender a la perfección, a la santidad, vigilantes siempre de no dejarnos atar por las cadenas terrenales de cualquier índole.

Desde el foro dijo...

Así es, Dredo, encantado de tenerte por aquí.

Manolo dijo...

Ciertamente la ilustración impone.

Desde el foro dijo...

Sí, creo que es muy expresiva.

Anónimo dijo...

Con un puñado de puercos como el de la imagen, se podrían haber arrasado Sodoma, Gomorra y Jericó, con independecnia de toques de trompetas, fuegos del averno, lluvias de meteoritos, el poder de Eolo o el más divino de los poderes.

Anónimo dijo...

¡Cojona brava con el gorrino!